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Mostrando entradas de abril, 2020

SEMILLAS

Pipe regresó sobre sus pasos a recoger el carrito que dejó tirado al lado del portón, en eso sonó un disparo y el aire se quedó invadido por un zumbido. Su cabecita fue atravesada por una bala y en menos de un segundo cayó al suelo. Su sangre penetró rápidamente la tierra sembrada hace tiempo con semillas de esclavitud y de horror. En su mano apenas se apretaba un poco aquél juguete.  María cayó de rodillas soltando los pocos harapos que apretaba contra su pecho y aunque ya estaba llorando, sus ojos, destellantes de rabia y dolor, dejaron rodar por sus mejillas las más amargas lágrimas que nunca hubiese podido derramar. La pequeña Mónica seguía corriendo por el maizal, mientras la madre se pone de pie y  corre alcanzando a su pequeña hija.  Se escondieron bajo el abrigo de la noche, ya no había nada que hacer, no podían volver a su casa y sin embargo, tenían que seguir viviendo.

EL NUDO AZUL

Con la licencia que me da ser quien escribe, voy a hablar sobre ti, tal vez obviando lo que no conviene que otros conozcan sobre nuestra historia. Habían pasado algunos años desde que bajé del bus que me trajo de Medellín, pero no había descargado la maleta grandísima llena con todos los miedos que fui vistiendo poco a poco durante toda la vida; había intentado recuperar esas aventuras que me llenaban de gozo y energía en mis años de adolescencia.  Para entonces estaba saliendo de una relación poco más que tormentosa, pero enriquecida por muchas noches al calor de una chimenea, lecturas y conversaciones fascinantes, vino, ron, el humo de los cigarros inundando el ambiente y el amor hecho a las prisas sobre un sofá con la sobrecogedora angustia de ser descubiertos. De repente, una tarde cualquiera, en medio del barullo de decenas de niños te descubrí mirándome desde tus trece años, el pelo negro despeinado bajo una pava azul, tus mejillas sonrosadas, estigmas del sud

PLUTO

Después de muchos años, después de soñar muchas veces con ese momento, el recuerdo se fue deformando y ésta es simplemente la forma en que el caos de esos días permite que venga a mí memoria, sin embargo, sé que cuando leas estas lineas sabrás que estoy hablando de ti. La noche era tan fría como las típicas noches de nuestra ciudad, fumé rápidamente mi cigarro y salí a tú encuentro, en tus manos una botellita de Bacardy y un pequeño perro amarillo de peluche, que dicho sea de paso me acompaño por muchos años hasta que se refundió en la necesidad de olvidar lo que en mi corazón sentía. Regresabas de un viaje de pocas semanas que para mí fue interminable, tuvimos como siempre una larguísima y agradable conversación, recuerdo tu forma de hablarme y de mirarme, esa ternura en tus ojos, finalmente sabias lo que pasaba por mi corazón y mi cabeza, pero no podías sentir lo mismo. Torpemente seguí creyendo por mucho tiempo que también te enamoraste de mí, que no era el hombre que ne

Trescientos

Esa como todas las mañanas había caminado los trescientos metros que separaban la cabaña del rio, caminó con pasos cortos, repitiendo cada una de las pisadas de sus botas durante los últimos meses, pensando una palabra por cada paso. Había llegado 6 meses atrás escapando de todo, únicamente llevaba 3 de sus camisas de cuadros 2 pantalones de mezclilla y uno de dril verde como el prado. Los días transcurrían entre el humo de su cigarro preferido, tazas de café, profundos tragos de ron añejo y lecturas deliciosamente interminables, cada rato se detenía a meditar y a orar (hace un tiempo había optado por volver a la fe que desde niño le enseñaron en casa).  Había tardado mucho tiempo en llenar de libros los anaqueles que ocupaban varias de las paredes de su cabaña pues los había elegido cuidadosamente entre sus libros preferidos, los de su padre y unos cuantos que heredó de una gran amiga que se había ido apagando víctima de un cáncer de estómago intratable. Cocinaba todos
¿Me preguntas sí eres hermosa? Eres decidida, endiablada, dolorosa y cínicamente hermosa
¿Es linda la luna?  Tan linda como tus ojos que la miran, Tan brillante como tu sonrisa, Eres tú, mí luna, en tu lejana paz,  pero paz alfín y al cabo,  Esa  paz que me das,  que me robas y otras veces me niegas, Esa paz de tu sonrisa,  enmarcada por un beso  Y un adiós
Dicen que el amor no puede ser cobarde y mi amor por ti carece del impulso intrépido de enfrentarte ahora, porque sé que tienes el control, sé que puedes hacer conmigo lo que quieras, que con una palabra puedes hacer que a mí vida llegue de nuevo la luz y que tu silencio me hundiría en una oscura desazón, en un dolor intenso imaginable solo en mi sueños cuando eres aún más inalcanzable.
Hoy dormí nuevamente abrazado a tu corazón, Lo saqué del rincón donde estaba guardado, Quise sentir nuevamente tu aroma, devolverle a mis noches tú presencia, Y dormir aferrado al recuerdo de tu sonrisa que para mí significaba amor...